El Señor es nuestro escudo

"Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová". (Jeremías 2:3)

Aquí nos habla del juicio de Dios sobre los que hieren a su pueblo. Recordemos que Abraham, el patriarca, de quien hemos venido a ser sus hijos, recibió la promesa desde el principio: “Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan”. Por ende, Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de nuestros adversarios, y guarda enojo para sus enemigos.
Ejemplo de ello lo encuentro en la Escritura cuando Israel fue libertado de sus contrarios y fueron destruidos, como por ejemplo, Amalec, los amorreos, los amonitas etc., que fueron extirpados por haber pecado contra Israel. Ya lo dijo el salmista: “Se avergonzarán, y se turbarán mucho todos mis enemigos; se volverán y serán avergonzados de repente”.
Ahora bien, al margen de lo que Dios pueda hacer con quienes intenten hacernos daño, la Biblia nos manda a orar por ellos y no a escarnecerlos, a amarlos e incluso ayudarlos en caso lo necesiten. No seamos de aquellos que piden mandarles fuego del cielo pues sabemos de qué espíritu somos y más bien demos gloria al Todopoderoso pues quien nos toca, toca a la niña de su ojo.

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