TAMBIEN ESTO ES VANIDAD

“He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras vanidad; abominación es el que os escogió”. (41:24)

Nada hay en los ídolos que sea digno de consideración. Y para demostrar la necedad del pecado sólo se necesita poner atención en las razones dadas en su defensa. Los ídolos son menos que nada y peor que nada. Así vengan los mejores abogados y presenten sus argumentos de otras doctrinas que no sea la salvación por medio de Cristo, ¿pueden proponer una cura para el pecado y la maldad humana?

El texto dice que las obras de los hombres son vanidad que en el contexto hebreo quiere decir “aliento, respiro”. Es decir una imagen o escultura es algo que fácilmente desaparece como un aliento o respiro. Un ídolo también es como el vapor que tal como vino se va.

Por eso quienes confían en ellos serán como ellos: efímeros, inútiles, débiles, necios, que rechazaron darle gloria al Dios viviente para envolverse en su retorcido albedrío.

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