NADA ESTORBA A DIOS

“…Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará? (43:13)

Ninguna cosa creada podrá deshacer, anular o desbaratar cualquier propósito que Dios emprenda… ¡Qué sería del hombre si esto no fuera verdad! ¡Cuánta esperanza quedaría trunca y no menos fe socavaría todo espíritu!
Por bendición, podemos estar seguros que la buena obra que Dios comenzó en nosotros la irá perfeccionando, puliendo, trabajando, haciendo que las suciedades más recónditas de nuestro corazón queden limpias. Todo esto, para presentarnos como una novia pura y sin mancha a las bodas que habrá en el cielo, día inolvidable y eterno que toda alma enamorada anhela.


Por otra parte, podemos ver a lo largo de la Escritura cómo el diablo ha intentado estorbar en los planes de Dios con sus constantes ataques y mentiras. Desde el Edén, el homicida ha ingeniado situaciones para que el hombre constantemente peque contra Dios y se aparte de la comunión con Él. No cabe duda que el maligno trabaja más y disfruta el doble viendo a muchos santos caídos, que a impíos que sin mucho esfuerzo ya tiene en sus manos. Por eso, ninguno debe ignorar sus maquinaciones, menos aún enfrentarle con sus propias fuerzas, pues nuestro enemigo es poderoso y tiene mayor experiencia en el campo espiritual.

Pero Dios es Todopoderoso y aunque parezca que el diablo se haya salido con la suya, no debemos olvidar la soberanía divina que tiene el control de todo. Incluso cuando Jesucristo pendía sobre la cruz y tuvo que experimentar el dolor infernal de las huestes de maldad, su entrevista con la muerte pudo significar una victoria para el enemigo. Pero la gloriosa resurrección hizo todo lo contrario, fue su debacle, Jesús le pisó la cabeza y ese triunfo en el calvario es también nuestro triunfo, esto es, si estamos en el lado ganador.
Por lo tanto, a Dios nada ni nadie le estorba y lo que parece estorbo, lo usa para promover sus sabios designios. Si creemos en esto, ¿Acaso no debemos sentirnos más seguros y confiados?

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